jueves, 28 de agosto de 2008

fotos de cachondas

No pasaron ni cinco minutos, cuando vi como salía del baño con una toalla larga alrededor de su cuerpo. Estaba para comersela. Se había soltado el pelo, se había quitado el maquillaje, y se dirigió hacía el pasillo diciendome que se iba a poner algo encima. Yo seguía sentado en el sofá, impaciente y pensando en que podría pasar a partir de ahora. Al cabo de unos minutos salió al salón y llevaba puesto un vestido de tirantas algo ancho que le hacía incluso un poco más gorda. No reparé en eso. Yo no quitaba ojo de los enormes bultos que imaginaba en su pecho. Se sentó a mi lado y comenzó a hablarme:

- Mira chiquillo, yo no sé en qué te habras fijado en mí, una vieja como yo, que no la quieren ya ni sus hijos que no vienen ni a verme. -Teresa - le contesté-, estoy muy nervioso. No sé lo qué puede pasar a partir de ahora. Sólo le voy a decir una cosa. Si estoy aquí es porque llevo dos semanas pensando en usted, y lo que vió en la cocina no es nada comparable con lo que hago cada día acordandome de su cuerpo y de su cara.

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